Historias
El «pico de reminiscencia» y por qué recordamos algunos momentos para siempre
¿Alguna vez te has dado cuenta de que los recuerdos de nuestros últimos años de adolescencia y veintena suelen parecer más importantes, más vívidos?


Historias
¿Alguna vez te has dado cuenta de que los recuerdos de nuestros últimos años de adolescencia y veintena suelen parecer más importantes, más vívidos?


Quizá sea por la simple cantidad de «primeras veces»: ese beso inolvidable, la primera sensación de libertad en un viaje en solitario, la energía electrizante de tu primer concierto. Estas experiencias novedosas, que suceden mientras moldeamos nuestras identidades, crean huellas poderosas y duraderas según numerosos estudios psicológicos.
La próxima vez que te sorprendas evocando con nostalgia tus años de juventud, sabrás que no es solo nostalgia: es un fascinante fenómeno psicológico llamado el «efecto reminiscencia» en acción, que mantiene esos buenos tiempos vivos en tu mente.
Identificado por primera vez por los psicólogos David C. Rubin, Steven E. Wetzler y Raymond D. Nebes en 1986, el efecto reminiscencia se refiere a un fascinante pico en nuestra narrativa personal, que destaca frente a los recuerdos que desaparecen gradualmente en otras etapas de la vida. Su influyente estudio demostró que los adultos mayores (típicamente a partir de los 40 años) tienen un foco especial en sus años de juventud, haciendo que los eventos parezcan particularmente significativos, incluso décadas después.
Investigaciones posteriores también determinaron que el efecto reminiscencia no se trata solo de recordar eventos. Nuestros recuerdos de este período también están cargados de detalles emocionales. Los investigadores Holbrook y Schindler observaron lo siguiente en 1989: «En particular, la música que escuchaban en su juventud tardía e inicios de la edad adulta, que es una fase importante en la formación de la identidad, tiene significados personales relevantes durante las etapas posteriores de la vida».
Las melodías, tendencias y jerga de esos años pueden inundarnos instantáneamente de emociones. Es como si estuviéramos allí de nuevo, reviviendo los momentos. Estos desencadenantes son un recordatorio poderoso de cómo esas experiencias tempranas y formativas dieron forma a nuestra historia de vida en curso.
Pero, ¿qué es exactamente lo que hace que los recuerdos de nuestros años de adolescencia y veintena sean tan vívidos? ¿Por qué no recordamos nuestra infancia con la misma claridad?
La respuesta radica, en parte, en que estructuras cerebrales como el hipocampo siguen desarrollándose en la infancia temprana. Sin embargo, el psicólogo Dan McAdams cree que empezamos a construir nuestras historias personales durante la adolescencia para estar a la altura de las expectativas sociales. «Padres, maestros, hermanos, amigos, orientadores universitarios, el mundo empresarial, los medios de comunicación y muchos otros aspectos de la sociedad moderna instan explícita e implícitamente a los adolescentes y adultos jóvenes a "hacerse una vida"», dice. «Es momento de tomar decisiones sobre el futuro, sobre la educación, los servicios militares, el trabajo y, para algunos, el matrimonio y la familia».
Esta presión externa para «hacerse una vida», combinada con los cambios del desarrollo de la pubertad, nos lleva a muchos a darnos cuenta de que no sabemos quiénes somos ahora, pero ya no somos quienes éramos. Es en este espacio de cuestionamiento donde empezamos activamente a formar nuestras identidades en la edad adulta temprana y a crear las experiencias que se graban permanentemente en nuestros recuerdos.
Más adelante, cuando llegamos a la mediana edad, McAdams cree que se produce una transformación fascinante. En lugar de simplemente recordar los buenos tiempos, reexaminamos activamente esos recuerdos anteriores a través de la lente de nuestro presente. Esto suele estar impulsado por el deseo de medir cuánto hemos avanzado en la vida y reunir la sabiduría que queremos transmitir a las generaciones futuras.
Revisitar nuestros picos de reminiscencia tiene menos que ver con mantener un registro histórico perfecto que con construir una narrativa que tenga sentido para nuestro yo presente y futuro. El pasado no es más valioso en sí mismo; se trata más bien de su efecto en nosotros en la actualidad.
Curiosamente, algo más entra en juego conforme envejecemos. El efecto de recencia significa que las experiencias más recientes tienden a ser fácilmente recordadas, moldeando sutilmente cómo enmarcamos incluso esos potentes recuerdos anteriores dentro de nuestra historia de vida en curso.
En última instancia, a lo largo de nuestra vida, pasamos de los recuerdos limitados de nuestros primeros años a la vívida formación de identidad de la juventud adulta y, finalmente, al reexamen reflexivo de esos recuerdos poderosos en la vida posterior.
Cuando muchos de nosotros éramos más jóvenes, viviendo en los tiempos en que era común tomar más de 50 fotos en una noche de diversión y publicarlas en redes sociales, no estábamos pensando en cómo miraríamos atrás estos recuerdos quizá 10 o 20 años después.
Pero los estudios han demostrado una y otra vez que mirar fotos antiguas aumenta nuestra autoestima y nos ayuda a mejorar nuestra memoria a largo plazo en la vida posterior. Además, puede ayudarnos a acercarnos a las personas con las que compartimos esos momentos divertidos (aunque un poco vergonzosos).
Así que replantea este archivo digital en tu mente y considéralo menos como una fuente de vergüenza y más como un capítulo importante en tu vida que merece la pena valorar. Examina esos álbumes e impresiones antiguas y ordénalos por categorías para ayudarte a explorar el recorrido de tu vida. Aquí tienes algunas ideas para crear historias con fotos del efecto reminiscencia para empezar.
Relaciones importantes
Reúne los recuerdos fotográficos felices de tus amistades, familia y relaciones de tus años de juventud adulta. Es posible que hayas perdido el contacto con algunas de estas personas ahora, pero recuperar los rostros que hicieron que esa época fuese genial podría inspirarte a volver a contactar con ellas o, al menos, recordarte cuánto habéis cambiado desde que os conocisteis.
Las tendencias que te forjaron tu identidad
Encuentra esas fotos de conciertos, festivales y fiestas donde estás vestido con tus atuendos favoritos y recuerda las influencias culturales que moldearon tu visión del mundo en ese momento. Reflexiona sobre si tus gustos en moda y música de esa época siguen influyéndote en la actualidad, o si estabas cediendo a la presión de grupo para encajar.
Hitos de la vida
Revive tus grandes logros capturados en fotos, como tu último día de escuela, tu primera mudanza, tu primer viaje, etc. Revive el orgullo o los nervios de emoción en tus expresiones faciales. Piensa en cuánto has avanzado en la vida y las lecciones que has aprendido en el camino.