Inspiración

Por qué el hogar es el corazón de nuestros recuerdos

Nuestros espacios cuentan nuestras historias, y la psicología muestra por qué es tan importante rodearnos de cosas con significado

Cozy living room with a white fireplace, wreath, wooden walls, and sunlight streaming through large windows onto sofas and a coffee table.
Cozy living room with a white fireplace, wreath, wooden walls, and sunlight streaming through large windows onto sofas and a coffee table.

¿Qué hace que los espacios de tu hogar te den esa sensación única de estar en casa? Esa tranquilidad y comodidad que resulta difícil de definir: lo que sientes cuando te puedes relajar verdaderamente. En mi caso, el secreto es sentarme junto a la otomana alta y de color crema que tenemos en el centro del salón. Es alta y muy elegante, y cuando alguien reposa sus piernas en ella (que sucede siempre de forma instintiva), se hunde de inmediato en la comodidad del sillón, lo que genera conversaciones inolvidables. También me encanta nuestra mesa de la cocina, que es un poco demasiado grande y luce cicatrices de quitaesmalte, de los días en que la usábamos con mis hijas como salón de uñas improvisado, o para hacer talleres o celebrar ruidosos maratones de juegos con sus primas.

Hace mucho tiempo que me fijo en el aspecto que tiene mi casa, pero cada vez doy más importancia a cómo me hace sentir. He acabado por darme cuenta de que cualquier diseño elevado que he cultivado cobra vida mucho más cuando hay una historia detrás, y no por el mero hecho de tenerlo para aparentar.

Cozy living room with armchairs, a fireplace, bookshelves, and a central ottoman. A large pendant light hangs overhead.

El salón de Claire

El lujoso papel pintado que puse en el pasillo siempre me transporta hasta la cima de un andamio de altura imposible, donde suena «Pink Pony Club» de fondo y bebo té a sorbos como una equilibrista. La pared de espejos del salón que siempre recibe elogios es aún más especial porque la hicimos mi marido y yo un sábado por la tarde con baldosas de Ikea y una moldura que sobró.

Winston Churchill dijo una vez: «Damos forma a nuestras casas y después estas nos dan forma a nosotros», y lo cierto es que es precisamente en nuestras casas donde creamos nuestros recuerdos más duraderos. Fue por el mismo motivo que, durante un año, después de hacer la reforma en el desván, me resultó imposible entrar en él, incapaz de olvidarme de los problemas con las cañerías (por fin resueltos ya) y un constructor coercitivo que nos dejó a su merced.

A warmly lit dining table set for six with candles, plates, and cutlery, adorned with greenery and a soft table runner.

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A person carving a roasted chicken garnished with herbs in a dish, surrounded by lit candles on a dining table.

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He acabado por darme cuenta de que cualquier diseño elevado que he cultivado cobra vida mucho más cuando hay una historia detrás de él

La neurociencia lleva desde la década de los 60 investigando la forma en que las necesidades psicológicas de los humanos quedan cubiertas por los refugios que eligen. Todos tenemos deseos primitivos: sentirnos seguros y protegidos, disponer de un fuego para calentarnos y cocinar, o tener privacidad para dormir. Según los expertos, nos gusta tener una ventana con vistas (para saber dónde estamos), esquinas redondeadas en lugar de cuadradas (para reducir la ansiedad y hacernos sentir más seguros) y paredes detrás de nuestras espaldas cuando cocinamos o comemos, preferiblemente con vistas a la sala (nos gusta protegernos las espaldas y somos naturalmente sociables). Los suelos de madera nos anclan, los techos altos nos dan espacio para la reflexión y el diseño minimalista nos deja fríos y nos estresa.

La neuroestética (una mezcla de neurociencia y diseño) estudia la respuesta del cerebro a distintos espacios. Sus principales teóricos creen que la belleza, sea arte o naturaleza, no es un lujo sino una necesidad que mejora nuestro bienestar y rendimiento cognitivo. El profesor John Zeisel es el fundador de la I’m Still Here Foundation y experto en Alzheimer y en el efecto que pueden tener los entornos físicos en sus síntomas. Según explica, nuestros cerebros tienen una conexión emocional con el hecho de estar en casa. Al ver un entorno que nos resulta familiar y seguro, y que tiene el potencial de generarnos placer, nuestra mente descansa y entra en modo de relajación. «El hogar es el lugar donde el cerebro tiene que pensar menos», indica Zeisel. «Cuando estamos en casa, liberamos una endorfina, así que necesitamos diseñar hogares para liberar ese neurotransmisor».

Es indudable que hay algo enormemente reconfortante en crear un hogar. De niña, me encantaba reorganizar mi habitación, mover los muebles y colocar los accesorios de capullos de rosa de Marks & Spencer. Cuando visitábamos la vieja casa de mi abuela en Irlanda, me dormía pensando en cómo la organizaría si fuese mía.

Cozy gaming room with a TV displaying a colorful game, surrounded by plush toys, shelves, neon lights, and gaming memorabilia.

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Young child in a cozy room reads a book on a bed with string lights above, creating a warm and inviting atmosphere.

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A child in a yellow shirt peers into a dollhouse with blue chairs and floral wallpaper, creating a playful and curious scene.

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Nuestros cerebros tienen una conexión emocional con el hecho de estar en casa. Al ver un entorno que nos resulta familiar y seguro, y que tiene el potencial de generarnos placer, nuestra mente descansa y entra en modo de relajación

Cozy kitchen with yellow walls, stacked colorful dishes, and large windows overlooking lush greenery.

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A mis hijos no hay nada que les guste más que crear elaboradas casas de Lego (siempre con piscina, tobogán y salón de cine... ¡a veces todo junto!) y en ningún caso se plantean vaciarlas hasta hacerles perder el encanto. Aunque el movimiento puritano antiacumulación recomiende deshacernos de nuestras posesiones, son nuestras cosas las que forman nuestras vidas, cuentan nuestras historias o comparten nuestra historia familiar, pasiones o recuerdos especiales.

La gente debería entrar en tu casa y poderlo saber todo sobre ti. Tu casa debería mostrar como eres y darte el confort que necesitas, con un abrazo cálido tras pasar todo el día fuera. El cómo obrar esta peculiar alquímia que es convertir una casa en un hogar es la premisa del último libro de la diseñadora de interiores Nicola Harding, Homing Instinct.

«Se trata de dar a la gente un espacio rico en espíritu y atmósfera», explica. «Un hogar coge la forma de los objetos de los que nos rodeamos: las cosas que nos hablan y nos recuerdan quiénes somos. En mi trabajo, busco crear narrativas e infundir en los espacios un sentido que sea profundamente personal para los que viven en ellos. Me gusta combinar la artesanía contemporánea con las antigüedades pintorescas. Una pieza que haya vivido viene con una calidez especial. Su belleza se encuentra en sus irregularidades, en la forma en que ha cambiado a lo largo de los años, pero para hacerla destacar debe contar con un contraste. El diálogo entre lo viejo y lo nuevo es lo que da a un espacio la sensación de vida».

A cozy room with a vintage lamp on a wooden table, decorative items, and a window showing sunlight filtering through trees outside.

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Hay muchas formas de sentirte nutrido por tu espacio personal. Para Lucinda Chambers, cofundadora de Collagerie, el secreto es acercarse al diseño desde el significado. «Puedo decir con toda honestidad que la mayoría de cosas de mi casa me transportan a otro sitio, o incluso a otra persona», afirma. «Tengo paredes cubiertas de postales, recortes de imágenes que me han enviado, tarjetas de agradecimiento... Son bastante caóticas, pero son paredes cubiertas de amor y forman un collage que es un recordatorio de años muy felices. También hay otras cosas como una colección de cestas hechas a mano que compré en Sudáfrica y que me transportan allí. Tengo preciosas telas de Perú con las que tapicé dos sillas con una especie de patchwork, y muchas otras cosas que están imbuidas de experiencias».

Otra forma de hacer tu casa más tuya es crear colecciones o poner todos los artículos con valor sentimental en un mismo sitio. El diseñador de interiores Henry Prideaux recomienda crear una «mesa de recuerdos», ya sea con un estante cercano repleto de objetos del pasado a la vista o con fotos bajo una plancha de vidrio en la propia mesa. «Un cliente tenía una colección de máscaras venecianas repartidas por la casa. Al ponerlas todas juntas, se convirtieron en una gran pieza artística con un elemento sentimental y decorativo a la vez», explica.

Cozy living room with a mid-century modern vibe, featuring a gray armchair, wooden furniture, plants, and colorful wall art on shelves.

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Un hogar toma la forma de los objetos de los que nos rodeamos: las cosas que nos hablan y nos recuerdan quiénes somos

Disfruta de tu buen gusto. Cuando no te puedas permitir arte caro, compra piezas vintage o libros de fotografía de los que puedas cortar imágenes para enmarcarlas. Cuelga estas piezas junto a recuerdos: un menú de una comida inolvidable o un dibujo de los más pequeños de la casa o la familia. Rodéate de cosas que ames y hazlo de forma intencionada, no al azar.

«Podría ser una selección de los antiguos sombreros de paja de toda tu familia colgada en el pasillo o una amplia colección de piezas de cerámica bellamente expuesta en una pared», señala Ottalie Stride, directora creativa del estudio de interiorismo Albion Nord. «Poner énfasis en las piezas que significan algo para ti y que verdaderamente te apasionan garantiza que tu hogar se sienta genuino y auténtico».

Y recuerda que las cosas importan porque nuestros recuerdos son importantes. Son más que un archivo del pasado, tal y como explica el neurocientífico Charan Ranganath, autor del nuevo libro Why We Remember: son el prisma a través del cual nos vemos a nosotros mismos, a los demás y al mundo. Y, como colofón, añade: «Los objetos ejercen una poderosa influencia sobre nosotros, haciéndonos revivir recuerdos que queremos conservar y volver a visitar, así que guarda esa taza que te hace pensar en tu viaje a Hawái».